No solo dejas la piel cuando te desnudas,
incluso cuelgas los huesos,
rotos, rayados, inperfectos.
Volteaba de ves en cuando a mirar su rostro
y con mi mirada periferica perfeccionada,
observaba sus movimientos sin dejar de ver mis manos,
y con todo el frio y calor del mundo suspendido en mi alma,
me doblaba de hastio y desesperacion por ser aquello en su pensamiento.
Asi como las dunas en el desierto formaban mi nombre,
las tormentas se llevaban todo signo de vida,
un oasis inhabitable y sus aguas envenenadas sufrian mi presencia,
la risa de las serpientes por mi broma como humano.
Y aqui sigo recargando la furia,
en el eterno sueño conciente,
pidiendo a mi Diosa no me olvide,
por que su aroma me aleja del ruido
y deja sin segundos al tiempo,
me vuelve delirio y lucides,
me deja desnudo.
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